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QUINTETO COVA VILLEGAS
 

 

Jazztk.com

Cova Villegas es una cantante asturiana de larga trayectoria, absoluta y afortunadamente alejada de ese grupo de exitosas cantantes melifluas que revisan estándares con poca gracia o hacen canciones blanditas de fácil digestión. Ella utiliza sus dotes vocales, que son muchas, como un instrumento más dentro del quinteto, improvisando, haciendo “scat” o simplemente cantando, de una forma ciertamente arriesgada, pero valiente, poderosa y muy sugestiva.

 

Reseña del disco Free Space de Quinteto Cova Villegas (Cy Williams, Ildefonso Rodríguez, Jorge Frías, Diego Gutiérrez) del sello Clamshell

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sulponticello 

 

Zona de Jazz

 

La Habitación del Jazz

 

Tomajazz

 

reseña del disco Quinteto Cova Villegas. Free Space. Clamshell records, 2013)
www.cylcultural.org/grabaciones/2013/quinteto_cova_villegas

Clamshell Records

www.clamshellrecords.com/
 
 

Cova, Stravinsky&Vostell

 "Nous avons un devoir envers la musique, c’est de l’inventer", "nuestro compromiso, lo que nos toca hacer con la música es inventarla": entre "démarquage" y transfiguración de esos standards (Conference of the birds, "indicatif" de À voix nue, que emite France Culture todas las tardes a las ocho de lunes a viernes, es el que más veces habré escuchado en mi vida), Sophisticated lady (donde, en las primeras notas el tenor se hace eco fraterno del piano de Dave Burrell en el Lp Blasé, y donde, à 3’32, se oyen bajo los dedos de Cy Williams algunas notas –apenas una pincelada pero acertadísima- de C’est si bon), el quinteto responde con absoluta maestría a lo que exige Stravinsky.

Y si, tal como lo inscribió Vostell en uno de sus happenings, "La Beauté est un acte moral!", la de la voz de Cova -hilo rojo de esta grabación-, su lirismo sin énfasis, capaz de decir a la vez "la gran cesura negra" de la lady ellingtoniana, de scatear la alegría (mozartienne, aussi bien), los placeres o los tormentos de Konstanze, antes de revivificar la tonada asturiana, así como la de las fotos del gatefold, hacen que Free space, tanto en el plan ético como en el estético, esté, en esta primavera de 2013, nettement au-dessus du lot!

 

Antoine Martin, escritor y crítico de música

 

EL NÚMERO ACASO EXISTIERA COMENZARA Y CESARA SE CIFRARA  ILUMINASE.

Haciendo astillas de Mallarmé, sentado ya en el mimbre creo que “Free space” (Quinteto Cova Villegas, Clamshell Records) es el globo terráqueo que de niño no tuve. Quizá por eso el jazz y desde tan pronto: que un imberbe, como si fuera un cátedro de Oxford, pusiera el dedo al azar en cualquier rincón del mundo y dijera: yo estuve ahí.

“Cae la pluma rítmica suspendida de lo siniestro para sepultarse en las espumas originales”, y este nuevo golpe de dados para revelarme que en un pajar cinco músicos cuestionan melodías y socavan ritmos. Pájaros endémicos con una “X” en su trino. Un quinteto lo cuento con los dedos de mi mano:

Cova

Cy

Diego

Jorge

Ildefonso

ornitologean al Duque (“Sophisticated lady”) y masajean a Dave Holland (“Conferencia de los pájaros”) en un octubre que antes mayeaba.

Cae la pluma rítmica en las espumas originales y por los cortes de “Free space” se desliza con especial empeño la intriga melódica. El ritmo, en cambio, siempre es cumplidor, asume sus tareas aunque se agite. Y la voz de Cova Villegas – laribamba larimbambamplanerella laribambamositerella leiramombaririlanla lirilam -  pide atención, audiencia neonata a pesar de los pases. “Silencio la tierra va a dar a luz un árbol”, el consabido quinteto con solista muta introducciones hasta aparentarlas en finales; se demora porque en la demora está la libertad. El mundo, el verdadero, el soterrado, es de quienes leen antiguos repertorios; de quienes vanguardizan lo castizo. A Don Álvaro Carrillo (“Un poco más”), que imagino con nocturnidades y alfiler de nácar, lo revisten de dulce intemperie la garganta de la Villegas, la guitarra de Cy Williams.

Pero a la luz de interrogatorio o celosía de confesionario la verdad apura: Quinteto Cova Villegas es un grupo subversivo pues subversivo es todo lo que pretende sacar de quicio a tanta vida enquiciada. Y el quicio, el frame palúdico del jazz, es lo atmosférico o por simular incisión: el ultrahibridismo. Pues nada de eso, el jazz desalambra: como desalambra el aristosaxo de Ildefonso Rodríguez y el contrabajo y la batería de Jorge Frías y Diego Gutiérrez: nórdicos y concentrados los dos últimos, nada vaporosos, como retumbando en ellos la sangre nunca citada del oficio, aunque se tocara, y miren hasta dónde vuelvo, en el mismísimo Club de la serpiente.

Sin salir del mimbre repaso mi vida y me veo mitad estándar mitad inesperado. Pero en este caso cada parte de la fracción se desinhibe según el momento. Cuando te crees estándar irrumpe, ornitológicos ya para los restos, la excepcional versión en “Free space” de “Xilguerín parleru”: altazor contra el academicismo musical y la adicción al estribillo. Tema original de la canción popular asturiana, en “Free space” se convierte en crisol espacial y temporal.

Como todo oído tiene su escaparate y su trastienda, es importante el inventario de los ultramarinos: álbum de brillante retaguardia: su base rítmica, sus efectos sonoros, percusivos completan la geometría de un sonido muy cenital, con pocos ángulos oscuros.

Y permítanme, para acabar con rotundidad ajena – pues voy camino de caer en un recalcitrante circunloquio – citar de nuevo al maestro Huidobro: “La poesía no debe imitar el aspecto de las cosas sino seguir las leyes constructivas que son su esencia y que le dan la independencia propia de todo lo que es.” Que lo que vale para lo poético valga para lo jazzístico. Y así es. Así lo demuestra Quinteto Cova Villegas con su “Free space”. Y yo aumentando mi dilatada banda sonora. Fuera por fin del mimbre y la vigilancia.

 

 Fernando Menéndez, poeta   http://www.sulponticello.com/tres-palabras-los-piconeros-quinteto-cova-villegas/  

 

 

Xilguerín Parleru Jazz Band

2010-09-11 El Comercio

 

Suele ocurrir muchas veces que el mejor de los conciertos te lo encuentras de sorpresa. No porque no me lo esperara, que sabía perfectamente que se iba a celebrar tal concierto, sino porque el motivo de mi visita al Palacio de Merás de Tinéu era otro y el concierto simplemente el acto de cierre del primer día de actividades del Foro Literatura y Territorio, organizado por la Fundación Valdés-Salas.

Habían intervenido esta pasada tarde de sábado el sociólogo Vicente Riesgo y el escritor Kirmen Uribe. Ambos habían coincido en hablar de esa serie de redes trasnacionales que sobrevuelan nuestra cultura y como el territorio es un espacio que sirve relativamente poco para de definirla. Y, no obstante, a lo largo de las intervenciones de los oradores y del abundante público asistente que intervenía en el foro, no se había hablado de música.

De ahí que la música haya hablado por sí misma, para acabar respondiendo con su ejemplo mejor que nadie esa pregunta que flotaba en el ambiente del Foro sobre qué era literatura en este momento en que no sirve siquiera una lengua para definirla. La música, desde mucho antes y con mucha mayor claridad, no define jamás de manera precisa la música de un territorio porque este territorio está lleno de influencias, visitas, predominios, ascendentes, lugares comunes y dispersos, y gustos.

Me había hablado de Isabel Lucio-Villegas Uría la poeta Taresa Lorences, una de las organizadoras del Foro. Ser nieta de Juan Uría Riu no es mala

carta de presentación en el territorio de nuestra memoria. Pero desconocía completamente su relación con la música y la interesante propuesta elaborada junto a su grupo, el Quinteto Cova Villegas.

Tras los primeros acordes demostraron rápidamente su desenvoltura en registros como la bossa, el bolero y los estándares de jazz. Pero, la primera sorpresa de la noche para los asistentes llegó con su versión del clásico "Dime xilguerín parleru", del que tenemos constancia a través de partituras de los cancioneros musicales de finales del XIX y primeros del XX, y que convirtió en un gran éxito de la música asturiana la voz de El Presi.

La segunda sorpresa llegó con la interpretación de la asturianada "A la Pipiona". Impresionante, con la voz utilizando el registro propio de la tonada tradicional y los músicos dibujando un universo sonoro que servía para definir mejor que nadie las conclusiones a las que estaban llegando los comentarios de los asistentes al Foro: la inexistencia de fronteras para encerrar el arte, hablemos de lo que hablemos, de escultura, de literatura, de música.

Existen en este momento muchas y variadas propuestas musicales en Asturies en este sentido. Hablé de ellas tras el concierto con la propia cantante. Lo más interesante es que ni ella las conocía, ni quienes las están llevando a cabo la conocen a ella. Pero, todas ellas, están sirviendo en este momento para demostrar que con el lenguaje universal de la música y, más concretamente, con el propio de la libertad que permite el jazz, están sirviendo para redefinir lo que llamamos música asturiana. No para que deje en ningún momento de ser asturiana, sino para que cada vez sea más universal.

Sorprende aún más saber que era la primera vez que interpretaban en público "A la Pipiona". Tenía el carácter de llevar mucho tiempo haciéndose. La belleza de los estándares de jazz en manos de buenos músicos. El sentimiento de estar delante de un tema clásico, brillando en las manos y en los instrumentos de músicos que conocen el lenguaje. Y, junto a ellos, la voz de Isabel Lucio-Villegas reelaborando la sustancia de este sueño. Recordando así a Shakespeare cuando nos decía que estábamos hechos de la misma sustancia que los sueños. Un resumen perfecto para enlazar con la tesis de Vicente Riesgo, Kirmen Uribe y tantos asistentes al Foro Literatura y Territorio.

Ismael González Arias